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La “mosca de invierno” que vive en el holártico llegó a la región de Magallanes

Mediante observaciones de campo, herramientas moleculares y morfometría geométrica, se identificó la presencia de la mosca Trichocera maculipennis en las ciudades de Puerto Williams y Punta Arenas. Una especie nativa del hemisferio norte que cuenta con presencia en Antártica hace más de 15 años, pero que no había sido reportada en América del Sur.

A mediados del siglo pasado, la mosca Trichocera maculipennis fue identificada como especie invasora en el hemisferio sur, específicamente en las islas subantárticas Kerguelen. En 2013, se registró su presencia en Península Fildes- Antártica- expandiéndose en todas las bases de isla Rey Jorge. Hoy, un estudio liderado por el equipo de Observatorio Terrestre del Instituto Milenio BASE, a cargo de la Dra. Tamara Contador Mejías y Dr. Hugo A. Benítez, informa sobre los primeros avistamientos de las “tricoceridas” o “moscas de invierno” en América del Sur.

Hábitat utilizado por T. maculipennis bajo palafitos en Puerto Williams. Estos proporcionan un entorno oscuro y rico en nutrientes, que podría asemejarse a su hábitat nativo. Foto: Gonzalo Arriagada.

El estudio publicado en la revista Insect conservation and diversity, da cuenta de la presencia de tricocerida en dos ciudades de la región de Magallanes. Primero, en Puerto Williams, identificada en agosto de 2022 en forma de enjambre y, segundo, en Punta Arenas, en enero de 2023, siendo encontrada en bodegas del Instituto Antártico Chileno (INACH). “La extensa distribución de la mosca y su gran abundancia en Puerto Williams son consistentes con una introducción facilitada por el ser humano y un establecimiento de varios años”, señala la Doctora en Ecología de Agua Dulce y Ética ambiental Tamara Contador Mejías, investigadora principal del Instituto Milenio BASE y académica de la Universidad de Magallanes (UMAG).

Mediante observaciones de campo, el equipo de investigación identificó que tricocerida prefiere hábitats oscuros y ricos en nutrientes, como los espacios debajo de las casas elevadas. Estos proporcionan un ambiente que se asemeja a sus hábitats naturales en cuevas, donde la especie suele encontrarse viviendo en materia orgánica en descomposición. La preferencia por estos espacios puede influir en la selección de lugares para descansar, reproducirse y alimentarse, lo que puede explicar su presencia en áreas urbanas y cercanas a estructuras humanas, como techos de casas.

Además de las observaciones de campo, se utilizaron técnicas de identificación taxonómica y análisis molecular, incluyendo secuenciación de genes, para confirmar la identidad de las especies observadas en América del Sur y compararlas con poblaciones de otras regiones. También se aplicaron modelos estadísticos para identificar los factores ambientales asociados con la presencia de enjambres de tricocerida, como la temperatura, la humedad y la velocidad del viento.

Con el mismo fin, se llevaron a cabo análisis de morfometría geométrica para comparar las características morfológicas, como la forma de las alas, entre poblaciones de tricocerida de diferentes regiones. Una técnica aplicada por el Laboratorio de Ecología y Morfometría Evolutiva de la Universidad Católica de Maule (UCM), dirigido por el Dr. Hugo A. Benítez.

Dra. Tamara Contador Mejías y Dr. Hugo A. Benítez. Foto: Hugo Benítez

Llevamos alrededor de siete años monitoreando los cambios adaptativos con equipos de Uruguay y otros países involucrados que están teniendo estas especies no-nativas en Antártica. La combinación de estos procesos con rápidos cambios morfométricos y moleculares nos llama a tomar medidas de precaución sobre como estos pequeños insectos pueden ser capaces de adaptarse rápidamente y colonizar nuevos ambientes”, indica el también director del Centro de Investigación de estudios Avanzados del Maule (CIEAM) e investigador del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), Dr. Hugo A. Benitez.

“Estos hallazgos enfatizan la importancia de implementar estrategias de gestión y medidas de bioseguridad sólidas, particularmente durante el transporte entre centros logísticos en el sur de América del Sur y las áreas remotas de la Reserva de la Biosfera del Cabo de Hornos y la Antártica”, destaca la también investigadora CHIC y del Núcleo Milenio de Salmónidos Invasores Australes (INVASAL), Dra. Tamara Contador.

La investigación, parte del proyecto INACH RG_29_2, contó con un equipo de investigadoras e investigadores del Instituto Milenio BASE, UMAG, CHIC, INVASAL, Universidad de Barcelona, Universidad de Texas, British Antarctic Soruvey (BAS), Universidad de Johannesburgo, Academia Polaca de Ciencias, Instituto Polar Coreano y UCM: Dra. Claudia S. Maturana, Melisa Gañan, Javier Rendoll-Cárcamo, Matías Troncoso-Villar, James Kennedy, Dr. Peter Convey, Dra. Ewa Krzeminska, Sanghee Kim, Isabel Lobos, Alejandro Piñeiro y Jordan Hernandez.

 

Por: Constanza Barrientos Soto

Foto principal: T. maculipennis. Por Gonzalo Arriagada.

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