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Estudio pionero investiga modulación de metabolismo en aves migratorias durante extraordinarios recorridos entre hemisferios

En el marco de una pionera colaboración internacional entre Chile y Canadá, un equipo científico del Bird Ecology Lab de la Universidad Austral de Chile y el Instituto Milenio BASE, investiga cómo los zarapitos (Numenius phaeopus y Limosa haemastica) pueden optimizar su balance energético durante sus extraordinarias migraciones entre hemisferios. 

Con recorridos de más de 10.000 km entre Chiloé y EE.UU, un vuelo que se puede extender por más de una semana sin parar, y misterios que aún la ciencia busca esclarecer, las aves playeras migratorias son protagonistas de un estudio internacional que une a Chile y Canadá, con colaboraciones en España, Suecia y EE.UU. Liderado por los académicos Dr. Juan G. Navedo (UACh) y Dr. Chris Guglielmo (Western University) la investigación busca conocer si las aves playeras migratorias son capaces de reducir su gasto metabólico basal para poder mantener un alto rendimiento fisiológico durante varios días consecutivos. 

(De izquierda a derecha) Dra. Beverly Chua (Animal Care Systems), Dra. Catherine Ivy (University of Saskatchewan), Dr. Chris Guglielmo (Western University) y Dr. Juan G.Navedo, investigador adjunto del Instituto Milenio BASE, académico de la Universidad Austral de Chile y director del Bird Ecology Lab, en las instalaciones de la Estación Experimental Quempillén de la UACh en Chiloé.

Así, el zarapito común (Numenius phaeopus) y el zarapito de pico recto (Limosa haemastica) son estudiados desde el archipiélago de Chiloé, en la región de Los Lagos, a través de tecnología de última generación: “Este trabajo es clave para entender cómo estas aves enfrentan los desafíos de sus migraciones extremas y generar así conocimiento vital para poder avanzar en la comprensión de los límites fisiológicos del esfuerzo continuado en los animales, con aplicaciones claras en el bienestar humano”, señala el profesor Juan G. Navedo.

Mediante microcirugías se implantan biologgers, un dispositivo que registra automáticamente la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca del ave. Adicionalmente, los zarapitos se equipan con un geologger que se acopla en una anilla en la pata para determinar su ubicación en cualquier parte de su ruta migratoria y las condiciones ambientales que experimentan: “Estos aspectos son muy importantes ya que estas aves migran desde Chiloé hasta Alaska permaneciendo extensos períodos en EE.UU., Canadá, Venezuela, Colombia y Argentina”, subraya el profesor Guglielmo en torno a la relevancia del estudio.

Durante la temporada estival, coincidiendo con las primeras llegadas de las aves migratorias, parte del Bird Ecology Lab integrado por Jorge Ruiz, Valeria Araya, Jonathan Vergara, María Fernanda Sánchez, entre otras/os estudiantes y liderado por el Dr. Juan G. Navedo, investigador del Instituto Milenio BASE y académico de la UACh, realizó monitoreos, capturas e implantación de biologgers y geologgers en zarapitos en Chiloé durante inicios de 2025.

El trabajo en Chiloé contó con la colaboración clave del Dr. Chris Guglielmo, académico de la Western University (Canadá); la Dra. Catherine Ivy, académica de la Universidad de Saskatchewan (Canadá); y la Dra. Beverly Chua, médica veterinaria de Animal Care Systems (EE.UU.)

Estudio de aves extraordinarias

Debido a que los mamíferos y las aves son animales endotermos (que mantienen su temperatura corporal independientemente de la temperatura ambiental), esta investigación busca conocer si algunas especies de aves migratorias son capaces de reducir su gasto metabólico basal modulando el funcionamiento orgánico. 

El uso de los dispositivos que permiten registrar la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca de las aves (biologger) así como las condiciones ambientales (geologger) plantea importantes desafíos en torno a su recuperación y obtención de datos. Una espera de un año podrá determinar si al regreso de la temporada de migración, las aves estudiadas retornarán a Chiloé con los dispositivos.

Estudiantes Valeria Araya y María Fernanda Sánchez en una jornada de observación en la costa de la isla grande de Chiloé.

“La experiencia en terreno es clave para conectar los sistemas y especies que estudiamos, desarrollando habilidades técnicas y fortaleciendo el trabajo en equipo bajo condiciones exigentes” comenta Valeria Araya, investigadora doctoral del Bird Ecology Lab y del Instituto Milenio BASE. 

Tanto en Norteamérica como en Chiloé, los zarapitos encuentran condiciones óptimas para su supervivencia y bienestar. Específicamente, tanto el zarapito de pico recto como el zarapito común escogen las costas de Chiloé, ya que sus características permiten que estas aves con grandes requerimientos energéticos se alimenten de invertebrados marinos y descansen adecuadamente durante seis meses cada año, esto es, la mayor parte de su vida. Cuando llega el otoño austral a Chiloé, se sobrealimentan para viajar hasta Alaska y el ártico canadiense donde se reproducen durante el corto verano boreal, que se caracteriza por largos períodos diarios de luz y gran abundancia de insectos.

Las investigaciones se realizan en medio de un contexto de crisis de la biodiversidad, por lo que la conservación de aves playeras se plantea como un importante desafío para las y los científicos. Por ejemplo, el zarapito de pico recto ha sido recientemente incluido en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especie “vulnerable”. Por su parte, el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) desarrolló en el año 2023 el “Plan de Conservación para Aves Playeras Migratorias en Chile”, en el cual se caracterizaron sus principales amenazas como la expansión urbana, industria acuícola y energética, contaminación y malas prácticas de actividades recreativas y turísticas en playas y humedales, destacando entre otras los paseos de personas con sus perros sin correa.

 

Geologger y banderola con código individual, en este caso APJ, en un zarapito común, herramientas para identificar y localizar al ave.

Fotografías y texto: Carolina Gajardo/Instituto Milenio BASE

 

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