Un estudio liderado por la Dra. Brenda Riquelme del Río, investigadora postdoctoral de la Universidad de Magallanes (UMAG) e investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y del Instituto Milenio BASE.
Según mediciones realizadas en la región de Magallanes, las turberas subantárticas de Sphagnum presentan variaciones espaciales en las emisiones de gases de efecto invernadero a escalas menores de un metro. Este hallazgo destaca la complejidad de estos ecosistemas y subraya la importancia de realizar investigaciones detalladas para comprender mejor su impacto ambiental.
Se trata de la turbera de Sphagnum magellanicum, conocida popularmente como “turbera de Omora”; un humedal ubicado en el Parque Etnobotánico Omora a dos kilómetros de Puerto Williams. Según afirma el equipo de investigación, este tipo de ecosistema provee servicios ecosistémicos muy importantes, por ejemplo, mantener una biodiversidad nativa adaptada a condiciones anfibias, lo que es crucial para la estabilidad.
“Esta turbera nunca ha sido explotada para ningún propósito y el acceso está restringido, excepto para los investigadores, quienes la atraviesan usando pasarelas de madera y con raquetas para la nieve en sus pies, para intervenir lo menos posible”, destaca la investigadora principal del estudio, Dra. Brenda Riquelme del Río, quien es investigadora postdoctoral de la UMAG, el Centro CHIC y el Instituto Milenio BASE.
El equipo de investigación destaca el rol que cumplen las turberas en el contexto de cambio climático, ya que pueden secuestrar el carbono (CO₂) del ambiente, pero también actúan como fuentes de metano (CH₄). Estudios aclaran que, aunque el CH₄ es hasta 25 veces más poderoso como gas de efecto invernadero, el CO 2 puede durar siglos en el medio ambiente, a diferencia del metano que dura alrededor de doce años.
“La gestión y conservación de las turberas son cruciales porque, aunque pueden capturar CO 2 , las emisiones de metano pueden contrarrestar parte de este beneficio. Por lo tanto, comprender el equilibrio en las emisiones de ambos gases es esencial para aprovechar a las turberas como herramientas en la mitigación del cambio climático”, explica el investigador adscrito del Instituto Milenio BASE, CHIC y UMAG, Dr. Roy Mackenzie.
Análisis a “escala fina”
El estudio “Variabilidad espacial a pequeña escala de las emisiones de gases de efecto invernadero de una turbera subantártica”, fue publicado en la revista Environmental Science & Technology y contó con un equipo de investigadores de la UMAG, CHIC, Instituto Milenio BASE, Centro de Investigación GAIA Antártica: Dra. Brenda Riquelme del Río, Dr. Julio A. Salas Rabaza, Dr. Roy Mackenzie, Dr. Frédéric Thalasso y Dr. Armando Sepúlveda Jáuregui.
Esta investigación se enfocó en el flujo de gases de efecto invernadero a una escala fina (menos de un metro) en distintos parches de vegetación en la “turbera Omora”. En estudios anteriores se ha demostrado que existe una alta heterogeneidad en el flujo de gases de efecto invernadero en distintas partes de una turbera (no toda la turbera emite o absorbe la misma cantidad de gases). Sin embargo, aún no está claro cómo funciona este mecanismo a escalas más finas, es decir, en puntos cercanos entre sí.
“Con este tipo de estudios se busca entender mejor cómo funciona el mecanismo y los factores que influencian el intercambio de gases de efecto invernadero en turberas, lo que es de gran relevancia para afrontar el desafío del cambio global que atravesamos hoy en día”, comenta la Dra. Brenda Riquelme del Río.
La investigación contempló 90 muestras, compuestas por cinco parcelas de 3×3 metros, divididas en nueve cada una, y medidas dos veces en diferentes fechas. Aunque los resultados revelan sectores con flujos negativos -que secuestran gases-, se concluyó que en promedio cada parcela muestra flujos positivos.
“Las turberas contribuyen a la mitigación del cambio climático al secuestrar Carbono, sin embargo, emiten metano de forma natural como resultado de la metanogénesis que sucede en la turba. Plantas anfibias como el Tetroncium magellanicum (Juncaginaceae) muestran un mayor flujo de metano, probablemente por su tejido aerenquimatoso, con grandes espacios llenos de aire que facilita el transporte de gases hacia el exterior. Esto deja en evidencia la necesidad de generar más conocimientos sobre las dinámicas de estos ecosistemas para una gestión que maximice su impacto positivo neto en el clima”, dice el Dr. Roy Mackenzie.
Se descubrió que la heterogeneidad observada en el flujo de estos gases se mantiene en escalas más pequeñas, posiblemente favorecida por el tipo de cobertura vegetacional. Se midió una variación de hasta 25 veces en la emisión de CH₄ en dos puntos distanciados por 0.56 metros. Variaciones similares se presentaron incluso en distancias de 0.35 metros, una de las mediciones más próximas probadas hasta la fecha.
La investigación no sólo confirma hallazgos previos, sino que también sugiere que, para hallar correlación espacial entre los flujos de emisiones de un punto a otro, se debe recurrir a escalas aún más finas. Este estudio destaca la complejidad de los ecosistemas de turberas de Sphagnum y su impacto en el medio ambiente, subrayando la importancia de investigaciones detalladas y la necesidad de proteger la biodiversidad en estos entornos.
Por: Nicolás Gómez
Foto principal: Turbera de “Omora”, por Dra. Brenda Riquelme del Río