Nació y se formó en Argentina, realizó estancias de investigación en Europa, pero fue la Antártica lo que la llevó a Chile. Debido al análisis espacial de ambientes y a la adecuación de especies marinas polares, Camila Neder se integró como investigadora postdoctoral del Instituto Milenio BASE desde la ciudad de Concepción, región del Biobío. En esta entrevista, reflexiona sobre ciencia, interdisciplina y comunicar el conocimiento a diversas audiencias.
Como “sobresaliente” fue calificada su tesis sobre el bentos antártico y su respuesta al cambio climático, al obtener su título como Bióloga y Doctora en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) en su ciudad natal en Argentina. Camila Neder desarrolló su interés por la ciencia gracias a profesores que incentivaron su curiosidad por el ambiente, la salud y la ecología. También influyó su fascinación por el mar, a pesar de crecer en una región mediterránea alejada de la costa. La combinación de estos elementos fue el impulso para seguir estudios superiores en ciencias biológicas.

En 2019, la científica se embarcó por primera vez en la “Expedición 50° al Mar del Norte” en Alemania, en el marco de su colaboración con el Instituto Alfred Wegener (Alfred Wegener Institute, AWI), y si bien había comenzado sus investigaciones antárticas mucho antes, no fue hasta el 2022 que viajó a Antártica por primera vez participando en la “Campaña Antártica de Verano 2022-2023” (Instituto Antártico Argentino). La experiencia alemana fue un punto clave en su formación: “Profundicé en metodologías de análisis espacial y modelado ecológico, integrando enfoques interdisciplinarios”, señala Camila, una perspectiva que, dice, ha marcado su forma de trabajar.
Durante la universidad, tuvo la oportunidad de realizar una estancia académica en las islas Baleares, España, que complementó su formación y le permitió acercarse con mayor profundidad a la ecología marina. Posteriormente, inició un doctorado en Ciencias Biológicas, periodo durante el cual desarrolló estancias de investigación prolongadas en el Instituto Alfred Wegener de Alemania: “La experiencia alemana fue clave para mi formación científica ya que también me permitió fortalecer vínculos con grupos internacionales y amplió mi perspectiva sobre la investigación en ambientes polares”, recuerda.
El trabajo con modelos de distribución de especies, es decir, análisis biogeográficos, matemáticos, estadísticos e informáticos que combinan la ocurrencia -presencia y ausencia o pseudoausencias- de especies con variables ambientales, ha llevado a la doctora en Ciencias Biológicas, a dejar el territorio trasandino para vivir en Chile e integrar el Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (Instituto Milenio BASE) como investigadora postdoctoral desde la ciudad de Concepción: “El cambio ha sido fuerte con la tristeza del desfinanciamiento en ciencia en mi país pero esperanzador de poder compartir con colegas del país vecino, experiencias académicas y continuar aprendiendo e investigando para contribuir con conocimiento de las zonas antárticas”, señala Camila al reflexionar sobre el cambio geográfico y cultural, pero con continuidad en su foco científico.

Cruzar un océano antes que la Cordillera
El acercamiento de Camila a las ciencias biológicas tuvo un giro inesperado durante su adolescencia. Proveniente de una familia con fuerte influencia en matemática y ciencias sociales, inicialmente se orientaba hacia el área humanista. Sin embargo, un cambio de colegio en la región de Córdoba la llevó a optar por un cupo disponible exclusivamente en el área de Ciencias Naturales. Fue ese traslado y la oportunidad que encontró en la biología lo que encendió su interés por el estudio de la vida y los ecosistemas.
Con una tremenda fascinación por la ciencia, que se desarrolló de manera casi accidental, y una debilidad por los procesos para encontrar respuestas, la investigadora afirma que una de las cosas que más valora al momento de hacer ciencia es la colaboración entre distintas áreas de investigación. “Valoro mucho el trabajo en equipo, ese trabajo integral. Mi disciplina de por sí motiva o lleva necesario a trabajos integrales”, remarca.
A lo largo de su recorrido científico, hay muchas cosas que destacan y han quedado marcadas en la trayectoria de Camila: “Desde las diferencias científicas en los países, los maestros que me marcaron desde la primaria y la secundaria e incluso mi técnica de patín con quien enfaticé el desarrollo de capacidades blandas como la perseverancia y la constancia”. Además, destaca que en lo referente a lo académico “me brindaron mucha experiencia el grupo ECOMARES de la UNC junto con los Drs. Ricardo Sahade y Marcos Tatián, y en Alemania, la Dra. Kerstin Jerosch. Las historias, son muchas, buenas y desafiantes”.
El detalle y los pormenores de lo que hace Camila, hoy lo explica ella misma: “Mi trabajo tiene mucho de computadora, prácticamente mi Laboratorio es mi computadora, allí hago los experimentos. Pero salir a terreno es muy importante porque permite identificar diferente procesos y entender porciones de la realidad para luego explicarlas a través de los modelos. Todo modelo es una manera resumida de la realidad, una forma del puzzle. Además, existen distintas puzzle, porque existen distintas realidades en función de la disciplina con la que estudiemos algo. Por eso es tan importante aplicar metodologías interdisciplinarias que permitan conocer esa realidad desde distintas miradas”.

Con respecto a los modelos de distribución de especies, la científica detalla que “se combinan las presencias de las especies con variables ambientales a través de un lenguaje de programación que permite investigar sus asociaciones desde una perspectiva estadística, matemática, informática, geográfica y ecológica. Particularmente yo uso R y el paquete biomod2. Pero para conocer dónde está una especie hay que también conocer dónde no está o dónde podría no estar”.
Agrega que su actual trabajo: “tiene mucho análisis en computadora para la observación de los videos y luego el uso de lenguaje de programación para el análisis. A posterior hay muchos pasos de tomas de decisiones para elegir cuántas ocurrencias, cuáles son las correctas, qué variables ambientales son las más importantes para la especie o grupo de especies que analicemos, qué modelos usaremos, cómo los combinamos, etc. Por último, produzco un mapa final que muestra las zonas que son idóneas para la presencia de las especies en estudio, o sea el área de potencial distribución de la especie o grupo de especies que enfoque nuestra investigación”. Lo anterior puede ser pensado hacia el presente o al futuro, para también conocer cómo puede variar la distribución en respuesta al cambio climático.
Ciencia que traspasa el laboratorio
Camila Neder afirma que la divulgación científica forma parte integral de su trabajo: “Desde joven me ha fascinado comunicar y compartir conocimiento”, señala. Influenciada por su experiencia como patinadora artística, donde aprendió a expresarse en público y a conectar con audiencias, la pasión de la científica la ha llevado a desarrollar distintas iniciativas. Una de ellas es “Comunica al Natural”, un colectivo que ofrece talleres para acercar la ciencia a escolares y fomentar la interacción entre investigadoras e investigadores con la sociedad.
En 2021, escribió su primer cuento infantil, “Plumi y el río de chocolate” el cual fue incluido en el Volumen II de “Había una vez.. un cuento científico”, una obra colaborativa nacida en Alemania que reúne a científicos internacionales que buscan promover intercambio entre el mundo científico y el público no especializado. Camila también dirige la publicación del tercer volumen de este proyecto, que ha contado con la participación de investigadores de distintas partes del mundo. En este espacio ha escrito y coordinado publicaciones, mostrando su interés por ampliar los canales de comunicación más allá del ámbito académico.
Para Camila, la ciencia no debe quedar confinada al laboratorio o a las revistas especializadas, sino que debe llegar a la sociedad en general para generar conciencia y fomentar el diálogo: “Si bien la ciencia apunta a generar conocimiento, apunta a enfatizar algunas temáticas o cubrir un vacío científico, de nada sirve si yo me lo guardo en mi computadora, si yo me lo guardo en mi mochila y eso no lo transmito y no lo sabe nadie”, plantea la investigadora.
La investigadora postdoctoral del Instituto Milenio BASE destaca las respuestas en investigación como un camino integral: “Si uno ve a la vida o la biología desde el aspecto de los procesos, hay muchas más cosas para ver que permiten desde ahí relacionar con otras cosas. Si uno ve solo el puzzle final, probablemente te perdés del detalle de poder ver qué información hay en cada pieza. Y creo que ahí es donde está el punto, en donde cierra el ciclo”, sostiene.
Su mensaje para quienes quieren seguir el camino de la ciencia es un llamado a la paciencia y la motivación personal. La investigadora subraya la importancia de valorar el proceso tanto como el resultado, de reconocer las dificultades, pero también el brillo que cada paso aporta al aprendizaje. Invita a encontrar aquello que realmente enciende la pasión individual para mantenerse firme ante los obstáculos que la carrera científica puede presentar.
El Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos, conocido también como Instituto Milenio BASE, busca generar conocimiento científico de frontera y formar jóvenes investigadores en torno a la biodiversidad de los ecosistemas antárticos y subantárticos, con el fin de comprender, evaluar y predecir los efectos del cambio. El Instituto Milenio BASE pertenece a la Iniciativa Científica Milenio, un programa de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile.
Por: Antonia Díaz
Edición: Constanza Barrientos, Carolina Gajardo y Nadia Politis
Foto de portada: Bote en la Base Artowski, Polaca, Febrero 2023