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Expediciones científicas cruzarán el Círculo Polar Antártico para fortalecer una red de muestreo global

En el último año del proyecto Anillo Genomics Antarctic Biodiversity (GAB)

Cinco equipos de investigación se desplegarán desde la península antártica hasta bahía Margarita, para desarrollar Ciencia de frontera, y dar inicio al trabajo interdisciplinario que el Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Sub-antárticos (BASE), liderado por la Universidad de Chile, buscará impulsar por más de una década.

Proyectos que inician sus campañas antárticas de forma independiente, pero que buscarán contribuir a un enfoque asociativo y de colaboración internacional, es el contexto que involucra el término e inicio de dos grandes propuestas de excelencia: Por una parte, el proyecto Anillo Genomics Antarctic Biodiversity (GAB), integrado por investigadores de la Universidad de Chile, Universidad Católica, Universidad de Concepción, Universidad Austral y de la Universidad de Magallanes, llega a su último año de ejecución. Mientras que el recién adjudicado Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Sub-antárticos (BASE), encabezado por los profesores de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile, Elie Poulin y Julieta Orlando, da inicio a su próspera etapa de desarrollo transversal.

A bordo del buque Betanzos, de la empresa DAP, el equipo del proyecto Anillo Genomics Antarctic Biodiversity (GAB), liderado por la Doctora en Microbiología, investigadora del Laboratorio de Ecología Microbiana (LEMi) y directora alterna del Instituto BASE, Julieta Orlando, se embarcará por casi un mes en la llamada Antártica profunda: “Es la tercera campaña en la que hemos podido participar con el proyecto anillo, y entre sus impactos se encuentra esta vinculación con el instituto BASE”, señala.

Betanzos, una nave de 70 metros de largo y con una capacidad de hasta 60 personas a bordo, también contribuirá en la labor de los investigadores Guillaume Schwob, investigador de postdoctorado bajo el patrocinio de Julieta Orlando, Sebastián Rosenfeld, Daly Noll, Fabiola León y Eduardo Pizarro, integrantes del proyecto Anillo de Investigación en Ciencia y Tecnología (PIA) ACT172065.

Por otra parte, las investigadoras del Instituto BASE Angie Díaz, y Karin Gérard, también desarrollarán investigaciones en biodiversidad antártica desde un trabajo colaborativo. Díaz, doctora en Ciencias con mención en Ecología y Biología Evolutiva, trabajará en terreno en el marco de su proyecto Fondecyt de iniciación “Especiación críptica en el Océano Antártico: integración de la genómica, la morfología y los modelos de distribución de especies para dilucidar el proceso de especiación de un grupo de gasterópodos”, albergado por la Universidad de Concepción. Para ello, permanecerá todo febrero en la base naval Capitán Arturo Prat, perteneciente a la Armada de Chile. “Mi trabajo será clave para aportar al conocimiento sobre el, o los mecanismos responsables del proceso de especiación de un grupo representante de la fauna marina endémica del océano austral, y de cómo la historia climática del ambiente ha moldeado este proceso”, dice.

De forma paralela, Karin Gérard, buzo y doctora en Oceanología Biológica, realizará inmersiones en las congeladas aguas antárticas de bahía Fildes, como investigadora asociada al Laboratorio de Ecosistema Marinos Antárticos y Subantárticos del Instituto de la Patagonia, de la Universidad de Magallanes, junto a Zambra López, bióloga marina y estudiante de doctorado en Ciencias, mención en Ecología y Biología Evolutiva, de la Universidad de Chile. “El buceo científico será fundamental para dar un acceso directo a los organismos en su ambiente natural, a su distribución dentro de las comunidades, poder apreciar la diversidad de formas y de hábitat de las especies antárticas y registrarlas por fotografía. Además, con el buceo científico, colectar animales bentónicos a mano evita tener un impacto destructivo sobre el ecosistema marino”, destaca.

Colaboración y sinergia que desde Puerto Williams también impulsará la investigadora asociada Universidad de Magallanes, e investigadora principal del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE) y el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC), Tamara Contador, en el marco de su estudio de los impactos del cambio Climático en organismos e invertebrados de agua dulce: “Con la investigadora Claudia Maturana, doctora en Ecología y Evolución, y premio For Women in Science de L’Oréal y UNESCO, estamos haciendo una colaboración transversal con los equipos, de modo que su investigación también es un vínculo directo a nuestra línea de trabajo en  ecosistemas antárticos y Sub-antárticos, así como su Fondecyt de postdoctorado patrocinado por mí y el IEB”, señala.

Un cuarto equipo de investigación estará ubicado en la base naval Capitán Arturo Prat, de la Armada de Chile, con Valentina Bernal y el proyecto INACH “Patrones de conectividad y selección en Harpagifer antarcticus en Antártica Marítima: Un enfoque en estadios de vida temprana”, bajo la dirección de Elie Poulin y la Universidad de Chile.

Labor que a su regreso deberá cursar un exhaustivo proceso de interpretación de datos y análisis, tal como el realizado por el equipo de Léa Cabrol, investigadora adjunta del Instituto BASE y adscrita al Instituto de Ecología y Biodiversidad, tras su regreso de un mes de la base Prof. Julio Escudero, de INACH, y bahía Fildes, en la Antártica, al principio del verano austral (diciembre 2021). Labor que realizó junto a Elie Poulin, en el marco del proyecto Fondecyt regular “Biogeografía microbiana en el Océano Austral: de las comunidades a los oligotipos” albergado por el IEB: “Esta investigación buscará establecer patrones de distribución de microorganismos a lo largo del océano austral, desde Kerguelen hacia la Patagonia y la península Antártica. Además de compararlos con la biogeografía de macro-organismos de los cuales se conoce mucho más a la fecha”, destaca la doctora en Bioprocesos de la Universidad de Montpellier II, Francia, quien lidera ese proyecto.

Red de monitoreo ecosistémico

Debido a que, entre una campaña antártica y otra, las locaciones de muestreo van variando, la temporada 2022 permitirá a las y los investigadores polares sumar nuevos puntos de toma de muestras, que permitirán fortalecer un enfoque orientado hacia la Biogeografía, es decir, al estudio de la distribución de las especies en el territorio austral. “Si queremos ver efectivamente los cambios que se están desarrollando, tenemos que ampliar el rango de estudio. Por ello, estas expediciones complementarias permitirán obtener una fotografía del panorama actual, con gradientes de condiciones climáticas, que facilitarán los modelos predictivos que implementaremos en el Instituto BASE”, destaca Julieta Orlando.

“También vamos a aprovechar de hacer prospección logística, es decir, identificar los puntos que pudiesen ser más factibles para la observación de la biodiversidad a largo plazo que debemos iniciar el próximo año con el Instituto BASE”, señala Elie Poulin, director del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Sub-antárticos. Por ello, la instalación de Estructuras Autónomas de Vigilancia de Arrecifes, conocidas como ARMS por sus siglas en inglés, representarán un desafío en términos de logística, ya que los equipo deberán velar por su resguardo en el fondo marino, lejos de variaciones meteorológicas, corrientes intensas, o la presencia de animales marinos, que podrían impedir su posterior recuperación anual. De ahí la importancia de monitorear el territorio austral, tras cruzar el Círculo Polar Antártico en el paralelo 66°S.

La instalación de estos nuevos “Observatorios de Biodiversidad” impulsado por el Instituto BASE, buscará obtener registros de animales marinos, como moluscos, gastrópodos, algas, fito y zooplancton, así como diversos microorganismos. Esto se complementará con la recolección de muestras en tierra, con el estudio de pingüinos, skúas y petreles, junto con el análisis de invertebrados en el intermareal, la zona de transición entre el espacio terrestre y marino, junto con la recolección de muestras de suelo en pingüineras, agua y sedimentos de lagos, para el estudio de la diversidad microbiana. “Lo que necesitamos es tener registro de las mismas especies en diversos sitios de muestreo, para determinar cómo se diferencian a nivel genético los individuos del norte de la península antártica, con los del sur, en el extremo más austral del continente blanco”, concluye Julieta Orlando.

Lunes 17 enero 2022
Texto: Nadia Politis
Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Sub-antárticos (BASE).

 

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