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[CRÓNICA CIENTÍFICA] Biodiversidad marina oculta: el trabajo de una investigadora francesa en la Antártica y Punta Arenas

Desde Bretaña hasta el extremo sur de Chile, la investigadora francesa Morgane Durand ha recorrido un camino marcado por el mar. Estudiante de doctorado en el Museo Nacional de Historia Natural de París, colabora con el Instituto Milenio BASE y el Laboratorio de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (LEMAS) de la Universidad de Magallanes (UMAG).

En esta crónica, Morgane comparte su experiencia como parte de la Expedición Científica Antártica N°61 del Instituto Antártico Chileno (INACH), donde participó en el estudio de la criptofauna bentónica, biodiversidad que habita el fondo marino. Su relato combina la rigurosidad del trabajo científico con la vivencia de explorar uno de los lugares más extremos del planeta.

Por: Morgane Durand

Morgane participó de la Expedición Científica Antártica (ECA) N° 61 del Instituto Antártico Chileno (INACH), con la Dra. Karin Gérard del Instituto Milenio BASE. Foto: Morgane Durand

Soy francesa e investigadora de doctorado en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de París. Vengo de Concarneau, una ciudad bretona volcada hacia el océano. Es un puerto vivo, rodeado de murallas y atravesado por la luz cambiante del Atlántico. Allí, el mar no es un paisaje de fondo sino una presencia cotidiana: moldea los gestos, los oficios, las imaginaciones. Es en ese escenario de mareas, pesca y algas es donde crecí.

Fue gracias a mi directora de tesis, la doctora Karin Gérard, que conocí Punta Arenas. Ella vive y trabaja desde allá, y es debido a ese hilo y vínculo científico que esta ciudad apareció en mi mapa mental: un puerto en el fin del mundo, pero también un cruce de investigadores, una puerta abierta hacia el sur helado.

Mi tesis busca entender la diversidad de pequeños animales que viven escondidos en las rocas y arrecifes del fondo marino antártico. A este grupo lo llamamos “criptofauna bentónica”. Para estudiarlo utilizamos unas estructuras llamadas “Estructuras autónomas de monitoreo de arrecifes” o ARMS por sus siglas en inglés (Autonomous Reef Monitoring Structures), que permiten observar de forma similar, en distintos lugares y tiempos. Qué especies llegan a habitar el fondo del océano.

Trabajo en colaboración con el Instituto Milenio BASE y el Laboratorio de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (LEMAS) de la Universidad de Magallanes (UMAG) en Punta Arenas, junto a mi supervisora la Dra. Karin Gérard, y con el Dr. Cyril Gallut de la Universidad de la Sorbona, en Francia. Con ellos participé de la Expedición Científica Antártica (ECA) N°61 organizada por el Instituto Antártico Chileno (INACH). En febrero de 2025 estuvimos en la base Profesor Julio Escudero, en isla Rey Jorge, ubicada en la península Antártica.

Morgane desarrolla su tesis de doctorado junto a la Dra. Karin Gerard y el Dr. Cyril Gallut. Foto: Morgane Durand

Durante un mes, realizamos inmersiones submarinas para recuperar los ARMS que llevaban sumergidos más de un año y desplegar otros nuevos para los años venideros. En el marco de otro proyecto, también dirigido por la Dra. Karin Gérard, nos embarcamos en la nave RS Karpuj de INACH para realizar una campaña oceanográfica en bahía Fildes. Tomamos muestras de megafauna bentónica con redes de arrastre desplegadas a unos 300 metros de profundidad, y recogimos zooplancton y fitoplancton con redes bongo.

Navegar en la Karpuj fue una gran experiencia, donde la investigación científica se escribe primero en el terreno, lejos de la seguridad del laboratorio. Los logísticos, con su experiencia del viento y de las olas, fueron esenciales para que cada muestreo, cada red lanzada, se realizara de manera correcta. El mar impone su ritmo y sus imprevistos: hay que observar, anticipar, adaptarse. Era un recordatorio constante de que la ciencia no existe solo en los datos, sino también en la acción, en la atención al mundo real y en la capacidad de responder a lo inesperado.

Una vez recuperados los ARMS, establecimos los protocolos de procesamiento: clasificación de organismos fijos y móviles, toma de fotografías, conservación en etanol, formol o congelación. La preparación para el análisis molecular se dividió en dos enfoques: El primero, el barcoding, que consiste en aislar organismos individuales para extraer su ADN y, a continuación, amplificar fragmentos genéticos específicos para secuenciarlos y compararlos con bases de datos de referencia. La segunda, el metabarcoding, examina toda la comunidad presente en una muestra compleja (por ejemplo, un conjunto de especímenes raspados de una placa de ARMS).

En el océano Austral, la temperatura del agua puede llegar hasta los -2° C. Foto: Morgane Durand

La primera etapa – la extracción del ADN – se realizó directamente en el laboratorio de la base Profesor Julio Escudero de INACH. Esta experiencia, en la Antártica, fue sin duda una de las más memorables. Todo era más intenso: el frío, la luz, el silencio, la fatiga, la belleza. Nos sumergimos en la ciencia, pero también en todo.

En las aguas frías, literalmente cortantes, cada inmersión era tanto una prueba física como un momento de gracia. Sentir cómo se contrae el cuerpo al contacto con el agua, cómo sube la adrenalina. Controlar la respiración, mantener la calma, controlar los movimientos a pesar de los dedos entumecidos, el peso del equipo y a veces la corriente. Y luego ver… ver el fondo marino como si se abriera un libro que ningún ojo ha leído todavía. Observar, anotar, tomar muestras. El cuerpo se pone a prueba. Y luego está la mente, constantemente desafiada: por los datos que hay que organizar, los protocolos que hay que seguir, los imprevistos que hay que gestionar, las decisiones que hay que tomar, a veces con rapidez.

Cuando está en Punta Arenas, Morgane trabaja en el Laboratorio de Ecosistemas Marinos Antárticos y Subantárticos (LEMAS) en el Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes (UMAG). Foto: Constanza Barrientos

De vuelta en Punta Arenas, continué mi trabajo durante un mes en el LEMAS de la UMAG. Durante este período, realicé los análisis de las muestras extraídas, concentrándome en el aspecto del barcoding. También realicé PCR en cada una de las muestras, con el objetivo de amplificar el ADN de los organismos presentes y permitir su secuenciación en Francia, en el otro laboratorio donde trabajo en Concarneau.

El tiempo que pasé en Punta Arenas me ofreció una nueva faceta de la investigación. Nuevas herramientas, nuevos colegas, nuevas formas de hacer las cosas. Trabajar en otro idioma, pensar de forma diferente, aprender de nuevo. Comprender que los métodos difieren, que los puntos de vista cambian según las culturas científicas.

Esos dos meses pude superar mis límites, cuestionar mis rutinas y enriquecer mi práctica. Explorar de verdad. No sólo el entorno marino polar, sino también las distintas formas de ser investigadora: sobre el terreno, en el laboratorio, con los demás.

 

Foto de portada: Morgane Durand en LEMAS- UMAG / I. Milenio BASE / C. Barrientos.

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